martes, febrero 24, 2009

Bacon en El Prado

Sip, el viernes pasado tocó sesión cultureta en El Prado.

Como unayomisma estaba muy nerviosa ese día (porque el sábado venía San Valentín a traerme un montón de regalos), decidí pasar la tarde haciéndome pasar por una intelectual de gafa-pasta y convencí a las niñas de comenzar la tarde comiendo en el exótico restaurante coreano (Mashita) que recomendaban en la Tapadeldia.

La primera impresión debería de haber sido pobre (el local es un poco antro) pero yo estaba tan feliz con mi ramo de flores (y maceta) adelanto de la venida de San Valentín, que lo mismo me daba. Pese a todo, la comida de Mashita como dicen en la TapaDelDia está muuuuy rica, nos atendieron divinamente, y salimos de allí bien dispuestas a empaparnos de la pintura Baconiana.

Antes de entrar en este nuestro gran museo de pintura nacional tuvimos que esperar una largaaaa cola [Modo pensamiento on]Malditos guiris inglesohablantes...¡¡pero si tenéis esta exposición todo el año en ese otro vuestromuseo!!! [Modo pensamiento off], momento que aproveché para aprender una cuantas palabras en el lenguaje de los signos que la pequeña Ayla tuvo a bien enseñarnos.

Dos horas despues, 8 euros menos, y un intento por parte de las recepcionistas del museo de quedarse con mis florecitas ([Modo mirada desconfiada on]jop fue terrible me obligaron a dejarlas en el ropero..[Modo mirada desconfiada off]) puedo decir que Francis Bacón es, por lo menos a primera vista y según su obra, un pertubado mental.
Sus cuadros, sobre todo sus representaciones obsesivas del cuerpo humano, parecen la oda a una carniceria escrita por un asesino en serie. Pese a la angustia que transmiten me gustaron, sobre todo los estudios sobre el Retrato de Inocencio X de Velazquez, así que sip, os recomiendo que os paséis a verla si podéis (a pesar del precio...¡¡carísimo!!!). Especialmente recomiendo el documental "Fragmentos de un retrato" (que es de acceso gratuito) y que nos presenta a un Francis Bacón divertido, casi risueño y con un gran sentido del humor. Nada que ver con la imagen mental depresiva que te haces de su persona durante la visita de su obra.


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