Anansi, la araña.
La araña Anansi (en la tribú Ashanti del África Occidental) ansiaba poseer todos los cuentos e historias que se contaban en el mundo y que solo el dios del cielo Onyankopn poseía. Para lograr su propósito fue a verle y se ofreció a comprárselas, Onyankopn le dijo:
- Estoy dispuesto a venderlas, pero el precio es alto. Mucha gente ha venido y ha querido comprarlas pero nunca pudieron pagarlas y se fueron sin ellas. ¿Crees que tu podrás?.
A lo que Anansi replicó:
- .., dime cual es el precio.
Y el dios del cielo le dijo:
- Deberás traerme tres cosas: la primera a Mmoboro (los avispones), en segundo lugar a Onini (la gran serpiente pitón), y por último a Osebo (el leopardo).
Sin inmutarse, Anansi respondió:
- Muy bien. Te los traeré.
Y se fue a casa para planear como conseguir la primera de las tres cosas que le había pedido el gran dios del cielo.
Primero cortó una calabaza e hizo un pequeño agujero en su interior, y luego cogió un gran cuenco y lo rellenó de agua.Después se tiró un poco de agua encima (para que pareciese que se había empapado por la lluvia) y se fue a los árboles donde vivía Mmoboro (los avispones). También a ellos les tiró encima un poco de agua, luego se puso el cuenco sobre la cabeza para simular que se protegía de la lluvía y les grito:
- Eh!! vosotros!! ¿es que sois tan estupidos como para quedaros ahí quietos mojandoos por culpa de la lluvia?.
Al verle con el cuenco en la cabeza los avispones dijeron:
- ¿Y que podemos hacer nosotros para protegernos de la lluvía si no tenemos un cuenco como el tuyo?.
Anansi les mostró el agujero que había hecho en el interior de la calabaza y les dijo:
- Bueno..., podríais meteros ahí dentro.
Los avispones viendo que el agujero parecía seco, se apresuraron a refugiarse dentro. Cuando todos ellos hubieron entrado Anansi tapó el agujero con una bola de cera y dijo:
- Ciertamente si que sois estupidos.
Anansi le llevó la calabaza con Mmoboro (los avispones) al dios del cielo, y volvió a casa para planear como conseguir la segunda de las tres cosas que este le había pedido.
Primero cortó una larga vara de bambú y varias ramas flexibles de una vid, y luego caminó hacía la casa de Onini (la pitón) mientras mantenía una ruidosa discursión consigo mismo.
- Mi esposa está equivocada..., y yo tengo razón. Onini es más larga y más fuerte..., no se pq mi esposa dice que Onini es más débil y más corta..; Lo que pasa es que yo le tengo un mayor respeto a la pitón y mi esposa la hace de menos... ¿o es que yo estoy equivocado y ella tiene razón?..no no no, claro que no!. Yo soy más listo y tengo razón, y mi esposa se equivoca.
Molesta por el ruido que hacía Anansi, Onini se acercó y después de escucharle unos minutos le dijo:
- ¿Pq estás discutiendo sobre mi contigo mismo?.
A lo que Anansi respondió explicándole el dilema en el que se encontraba:
- Mi esposa dice que tu eres más corta y más débil que está vara de bambú, pero yo le he dicho que no es cierto, que tu eres más larga y más fuerte..., sin embargo no consigo hacer que entre en razón.
A lo que Onini respondió:
- ¿Porque eres tan estúpido de andar discutiendo contigo mismo sobre un asunto que puedes aclarar con una simple prueba?. Pon la vara en el suelo y lo mediremos.
Anansi dejó la vara de bambú en el suelo, y observó durante unos minutos como Onini se estiraba al máximo a su lado tratando de parecer más larga.
Finalmente con tono de duda Anansi dijo:
- Cuando te estiras al lado de la vara desde uno de los extremos, resbalas sobre la vara y esta parece más larga que tu por el otro lado..., y viceversa. - Y con aspecto decidido se acercó a la serpiente mientras le decía - Deja que te ate a un extremo para que dejes de resbalarte, y podamos salir de dudas.
Anansi rápidamente ató la cabeza de la serpiente a uno de los extremos de la vara, y a continuación antes de que está pudiera moverse también ató su cola al otro extremo. Luego fijó su cuerpo con las ramas flexibles de la vid que había cortado hasta que Onani no pudo moverse, y cuando terminó, sonrió y le dijo a la serpiente:
- Parece que mi esposa tenía razón, eres más corta y más débil que la vara de bambú..., así que yo estaba equivocado, pero aún así tu eres incluso más estupida que yo porque ahora eres mi prisionera.
Anansi llevó a Onani (la serpiente) al dios del cielo, y volvió a casa para planear como conseguir la última de las tres cosas que este le había pedido.
Primero fue al bosque y excavó un agujero bien profundo en un lugar por el que Osebo, el leopardo, solía pasar cuando iba de caza. Luego lo cubrió con ramas, hojas y tierra hasta ocultarlo por completo y se escondió a esperar.
Tal y como Anansi había supuesto, Osebo no vió el agujerose y al pasar por allí se cayó dentro completamente desprevenido. Anansi pensó: "Ay Osebo..eres medio tonto", y a la mañana siguiente se acercó al borde del pozo y dijo:
- Osebo, ¿que haces dentro de ese agujero?.
A lo que Osebo respondió:
- He caído en una trampa, ¡¡ayúdame por favor!!.
Anansi meditó durante un momento y por fin dijo:
- Lo cierto es que estaría encantado de ayudarte, pero estoy seguro de que si lo hago tu no vas a darme las gracias. No, no, no.., seguro que lo olvidarás y cuando estés hambriento me comerás a mi y a mis hijos.
Osebo rápidamente contestó:
- Te prometo que eso nunca pasará.
Anansi meditó durante otro largo y rato, y finalmente le dijo:
- De acuerdo, como has hecho esa promesa te sacaré del agujero.
Entonces le lanzo el extremo de una cuerda a Osabo al tiempo que le decía:
- Ata con fuerza ese extremo a tu cintura para que pueda subirte.
Y mientras Osebo se ataba el extremo que Anansi le había lanzado a la cintura, este tiró de una de las ramas más fuertes y flexibles que tenía el árbol más cercano hasta bajarla al nivel del suelo, luego usando otra cuerda ató dicha rama al tronco del árbol, y para terminar también ató a la rama el extremo de la cuerda que le había lanzado a Osebo.
Una vez hecho todo esto se acercó de nuevo al borde del agujero, y le gritó al leopardo:
- ¿Estas bien atado a la cuerda?
Osabo, el leopardo contestó:
- Si! ya puedes subirme.
Y entonces Anansi pensó: "En tal caso no eres solo un medio tonto, eres un tonto entero", y cortó la cuerda que sujetaba la rama al árbol.
Al hacerlo, la rama volvió violentamente a su posición original arrastrando la cuerda que tenía atada y con ella a Osebo, que salió disparado y terminó colgado boca abajo del árbol.
Cuando la rama dejó de balancearse el pobre Osebo estaba tan mareado que Anansi no tuvo ningún problemas para atarlo bien y llevarselo a Nyame.
El dios del cielo sorprendido al ver que una simple araña había sido capaz de cumplir con el encargo que le había hecho dijo:
- Kwaku Anansi, muchos guerreros y jefes han intentado cumplir con mis exigencias, pero nadie antes de ti logró hacer lo que tu has hecho. Por ello, cumplo con mi palabra y te doy mis historias y mis cuentos. Ahora cada vez que un hombre escuche una historia sabrá que es una de las historias de Anansi, la araña.
Por eso, en todas las partes de África en las que hay gente que ama contar y escuchar historias llaman a esas historias, las historias de la araña..., y tu acabas de escuchar una.
2 comentarios:
Me ha encantado... ahora entiendo tu amor por lasñitas :-p
impresionante capacidad de engaño tienen algunas arañas...espero no todas sean asi.
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